domingo, 15 de abril de 2012

Rosas en el Remoto Septentrión

Del libro de Otto Rahn + La Corte de Lucifer +

“...Sin ambages y sin arbitrariedades, sostengo que lo que los germanos en tiempos paganos adoraron como morada de los dioses, Asgard, fue alabado en la Edad Media por herejes y trovadores como Montaña del Grial, Rosaleda, Ronda de Artús, Monte de Venus y como aquella fogosa montaña Bel, a la que entró Dietrich von Bern y que fue añorada, con palabras de Wolfram von Eschenbach, siempre como la "Superius Nobiliate". No alcanza con saber que lo que los griegos en tiempos paganos concibieron como isla del Sol Aea, allá donde marcharon los argonautas y Heracles, era el Asgard nórdico y, del mismo modo, un ejemplo de los paraísos medievales del Graal, de Artús, Rosaleda y Monte de Venus. El arquetipo para todos ellos fue la "Montaña de la Asamblea en el más remoto Septentrión...”

“...Como Lucifer, Heracles era rebelde: quiso ser igual al Altísimo. También era comprensivo: con comprensión padeció ( pathos )y se sobrepuso a la ley fatal que en este mundo se cumple y ordena. De esta manera llegó a ser olímpico. Heracles llegó al Vellocino de Oro en la isla del Sol Aea. Los hombres de la Edad Media afirmaban que este vellocino, el símbolo de la deificación humana, en realidad fue la "piedra filosofal".

¿Halla Heracles el Grial, la piedra de la luz? ¿Era él un Parzival heleno? Creo que sí. Wolfram von Eschenbach piensa que "Heraklius conoció la piedra". Por lo tanto, Heracles también sabía de aquella Piedra desprendida de la corona de Lucifer, la cual se llama Graal.

En una antigua poesía francesa, el objetivo final, hacia el cual el caballero buscador del Grial exitosamente se empeña, es el Olimpo. Heracles ingresó, sostengo yo, al círculo del Grial, y Parzival se sentó a la mesa olímpica de los dioses para que se le diera néctar y Ambrosía...”