Según el principio de exclusión de Pauli, la
sincronicidad se origina en los patrones fundamentales del universo y no a
través de una causalidad de impulsos que normalmente relacionamos con sucesos
de la naturaleza. Por esta razón, Jung ha llamado a la sincronicidad un
«principio conector acausal». También W. Pauli propuso la existencia de una
conexión acausal en su principio de exclusión.
En el nivel cuántico, toda naturaleza entabla
una especie de danza abstracta y todas las partículas y cuantos elementales de
energía se pueden dividir en grupos según el tipo de danza que ejecutan.
Por ejemplo, los electrones, protones,
neutrones y neutrinos, junto con otras partículas, forman un grupo que danza de
forma antisimétrica, mientras otro grupo que
incluye mesones y fotones de luz danzan de forma simétrica… En caso antisimétrico,
la naturaleza de este movimiento o danza abstracta tiene el efecto de mantener
las partículas con la misma energía siempre apartadas las unas de las otras.
Sin embargo, esta exclusión no es el resultado de ninguna fuerza que actúe entre ellas ni es un acto de
causalidad entrópica, sino que procede de su respuesta a una suerte de armonía
implicada de las
partículas como conjunto. Esto es: el patrón original de la danza entera ejerce un profundo
efecto sobre el comportamiento de exclusión, lo que provoca que los electrones
en un átomo se amontonen en una serie de niveles de energía y hace que un átomo
sea químicamente distinguible de otro.
Por otro lado podemos reconocer la danza
simétrica detrás de la intensa luz coherente del láser, de los
superfluidos y de la superconducción. La danza simétrica del principio de Pauli está
en lucha constante contra la fuerza de la gravedad y podemos ver muestras de
sus colapsos en el derrumbamiento de una estrella durante las fases de la enana
blanca, de la estrella de neutrones y del agujero negro.
Según la Dra. Marie-Louise
von Franz, la sincronicidad es la manifestación de un principio mucho más
amplio de «ordenamiento acausal» que también se encuentra en la matemática y en la teoría cuántica y que
explica los “actos de creación en el tiempo”
Esto implica que un patrón abstracto se
oculta debajo de la superficie de la materia atómica y determina su
comportamiento de un modo acausal. Es en este sentido que el principio de Pauli
crea un paralelo con el principio de la sincronicidad de Jung.
La simetría y el patrón de ordenación causal
no están explícitamente presentes en ninguna parte determinada del sistema sino
que se revelan por medio de su respuesta a esa especie de Música Abstracta ...
"...La Conciencia Presciente puede detectar «paralelismos
acausales» con sucesos naturales y sociales, de modo que la psique se convierte
en un espejo en el que se reflejan los patrones de la danza inmanente. Dentro del oráculo, el microcosmos y el
macrocosmos, coexisten y se entrecruzan de modo que los mundos internos y
externos pueden contenerse y reflejarse..."