En antiguas sociedades paganas, figuras como las Seidrkonas, Druidas, Galdrarmeisters, Filess, Rounwythas, μάγος, Dewins...y varios tipos de brujos e iniciados, poseían una potente sensibilidad empática que les permitía participar del flujo de fuerzas que constituyen nuestro ámbito de expresión. Así, su comportamiento, su forma de ser y actuar no estaba basada en abstracciones como ley, estado, bien, mal, preceptos morales…sino en la sensación íntima e inmediata ante la vida tal como se presentaba a su conciencia. En vez de dejar que una determinada norma o ley o mandamiento “divino” determinara sus actos, era el compromiso con la conciencia inmediata lo que disparaba la acción. Esa conciencia debía pulirse y sensibilizarse para adquirir el Agatoch de modo que pudiera comprender y dar sentido a la inteligencia acausal que se expresa en las fuerzas naturales y el desarrollo de los acontecimientos. Aprender a sentir íntimamente la información que expresaba un determinado acontecimiento y aprender a emitir una información desde esa misma intimidad ( Conversación ).
Otro asunto es que los que no poseían esa sensibilidad debían ser gobernados convenientemente…pero eso es otro tema. También estaría bien tener en cuenta que no todos los iniciados tenían un Ethos del mismo estilo, por eso en el proceso de la fabricación del futuro se entraba frecuentemente en conflicto…
Más tarde, en los codex de cierto tipo de caballería esotérica heredera del eón hiperbóreo, existía la clave maestra que descifraba todo un conjunto de códigos, que eran más bien enseñanza profunda encriptada que normas a cumplir ciegamente. Esa clave establecía, ante todo, que su comportamiento debía guiarse según su sentido del honor. Toda su vida se vertebraba hacia ese propio sentido del honor. Así el honor no es algo que pueda describirse, ni formularse como una retahíla de preceptos, sino la aplicación práctica del propio ETHOS, laexpresión coherente de conciencia y acto ( no teniendo nada que ver con una moralidad ni una corrección consensuada, pero con un punto común de “jamás regodearse en el dolor ni mancillar nunca la pureza”* R. Roger de Trencavel). Este sentido íntimo del honor era como una semilla interna que germinaba al alimentarse con actos de “Caballería” ( eventualmente mortales pero siempre nobles ) y servía como catalizador alquímico que transformaba al caballero en héroe y, eventualmente” en héroe del Grial, del Lapis Electrix.
En cuanto a la caballería, acude a mi cabeza también una analogía que resultará interesante a los aficionados al ajedrez. La tabla cuadriculada sólo la pueden recorrer en todos sentidos la Reina y el Caballo. El movimiento del Caballo utiliza el círculo en el cuadrado, en cambio Torres y Alfiles están limitados por sus verticales o diagonales. Creo que aquí hay un conocimiento sutil y potente a investigar…