Mediante el pensamiento lírico ( Lyra Ikos
) uno conecta con los estratos más profundos y primievales de la psique, dando
cuenta de aquellos contenidos que viven tras la superficie de la consciencia
ordinaria y que frecuentemente se expresarían a través de símbolos. A menudo,
estas informaciones procedentes de mundo inconsciente son de difícil
reconocimiento o provocan rechazo por parte de la conciencia ordinaria, debido
a que los considera inaceptables por su amoralidad o su imposibilidad. Debemos
entonces superar la mecanicidad de la lógica mundana para obtener conocimientos
de determinados elementos de nuestra vida psíquica y el modo de hacerlo es a
través de los símbolos que nos entrega el inconsciente.
Cuando asimilamos porciones de este mundo
misterioso, anteriormente sepultadas, se produce una maduración del elemento
“yo”; esta maduración se refiere en primer lugar a una mayor autocomprensión de
orden psíquico, ya que generalmente los contenidos reprimidos son ajenos a la
consciencia mundana.
Ciertas porciones de este Inconsciente
provienen de regiones de orden claramente impersonal y tocan temas de
naturaleza vital y existencial; sus emanaciones simbólicas son de tipo
mitológico y, si la preocupación y la lucha del sujeto es genuina, adquieren
características 'cósmicas'.
Estas emanaciones de las regiones
profundas de lo Inconsciente provocan, a la vez, temor y fascinación
a la consciencia ordinaria. El miedo que produce la posibilidad de invasión de
la autoconciencia por lo Acausal está bastante justificado, ya que con
gran dificultad el yo puede integrar las ideas extrahumanas de ese mundo
numinoso dentro de su estructura sin verse este drásticamente alterado.
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Así, la persona que reprime o es avasallada por estos impulsos, por efecto de la falta de “temple” y la suficiente capacidad de comprensión, recurre en la
egomanía o la posesión. La “derrota de la posesión”, de acuerdo con las
características personales y las circunstancias, puede traducirse en una
especie de esquizofrenia arquetípica o fanatismo...
Pero si el sujeto, su yo, es capaz de
asimilar los contenidos de
ese Misterio de manera consciente
y soberana, podrá integrar los
efluvios acausales creando la base del proceso de Individuación.