#1
Imagina que te recubre una especie de membrana con
capacidades sensoriales y representativas. La calidad, la transparencia, la
permeabilidad y habilidad codificadora de dicha membrana condicionará de un modo crucial todos los
imputs que se presentan desde “el exterior”. Imagina que tu conciencia se topa
con un estímulo sensorio procedente del otro lado de la membrana, pongamos un
prisma poliédrico que entra en contacto con esta frontera sensible: tu
conciencia percibirá una deformación en la pared membranosa pero, siempre y en
cualquier momento, una persona vulgar podrá decir “estoy viendo la cara
interior de mi pared de consenso y apriorismos. Nada más”. Creerá que cualquier estímulo
exterior a esa membrana no será sino una deformación nativa de la propia
membrana, de su pequeño mundo de ilusiones finales. Pero alguien con “ingenio” sabe que aunque aún no perciba
directamente lo que hay al otro lado de esa pared elástica, las deformaciones y
variaciones en dicha pared no son sino consecuencias, efectos, de una causa que
pertenece a una naturaleza distinta.
Así, el primer paso para desarrollar una capacidad
perceptiva de orden superior, es comprender que especialmente aquello que
pertenece a una naturaleza trascendente primero lo captamos como algo en
nuestro interior, como un sentimiento, un estado de ánimo, un pensamiento, una
sensación o intuición que deviene significativa en el contexto de la situación.
Puedo decir, por ejemplo, “siento la presencia de una inteligencia inorgánica y
aún no la capto plenamente con mis sentidos pero la reconozco mediante el ánimo
o el pensamiento que se suscita en mi psique” o “reconozco que esta persona me
está mintiendo, no tanto por la anotación de los fallos de su mímica
inconsciente, sino por la sensación de repulsa que siento en mis entrañas…”
La fidelidad sensible y la transparencia de esa membrana en
un individuo podrían muy bien denominarse habilidades empáticas.
Es importante aquí hacer uso de una capacidad discriminativa
que permita disociarse de ciertos tipos de percepciones de modo que puedas
decir: “ese estado de ánimo (por ejemplo) que acude a mí en este contexto
significativo no soy yo en realidad, sino algo con lo que debo relacionarme
conscientemente”. Solamente mediante esta disociación podremos observar con
perspectiva y mantener un diálogo en pie de igualdad, evitando ser manejado
como una marioneta.
Una vez preparamos nuestra psique para este tipo de
propiocepción, con el tiempo, empezaremos a generar las transformaciones
necesarias para una percepción cada vez más directa.
#2
El foco de la conciencia, la serenidad eficaz deben perdurar
en los momentos de la marea de acontecimientos, en el maelstrom de la batalla,
en las diatribas, en la bruma del no saber…Si en circunstancias de vértigo, la
conciencia es arrastrada por la gravedad de los acontecimientos, por el tumulto
mecánico de las cosas que intervienen, uno pierde la capacidad de ver el
sustrato esencial que subyace tras la apariencia, pierde la soberanía y la
independencia , y por tanto, pierde la capacidad de actuar con eficacia. Tras
la cascada de sucesivos aconteceres fluye una corriente profunda y oculta que
solamente es accesible a una consciencia igualmente profunda y entrenada, y
sensibilizada para interactuar con este trasfondo.
No son el escalpelo, el cincel o el martillo los que por sí
mismos dan forma a la piedra, sinó la voluntad y la mano
del artista que las usa. Del mismo modo, nuestro cuerpo y sus sentidos, nuestro
razocinio, nuestra
imaginación, nuestras emociones, intelectualizaciones, estados de ánimo, etc,
etc…se asemejan a los instrumentos que usa un jardinero o un escultor. Del
mismo modo que el cincel no puede decirle al artista qué es lo que debe hacer,
los instrumentos de nuestro cuerpo y nuestra alma – así por decirlo - no son
quienes deben dirigirnos ni atraparnos en su campo gravitatorio. Si las
circunstancias, las cosas, nos atrapan
en su corriente superficial y mecánica, nuestra voluntad cae en una especie de
pasividad respecto al flujo de los acontecimientos y se convierte en una
marioneta sin poder de decisión.
Cuida tus herramientas, ámalas, calíbralas, púlelas, añade
mejores instrumentos a tu arsenal… pero sobretodo no te desresponsabilices de
tu dignidad como artista, como director, pues solamente ella tiene la visión,
la voluntad y la capacidad de crear e intepretar.
El centro de gravedad debe formarse en base a lo que Soy o
voy Deviniendo, teniendo como núcleo el germen profundo de la propia identidad.
No confundas el núcleo de tu identidad con una identidad falsa o superficial
definida por las circunstancias cambiantes o por preconcepciones más o menos
abstractas, definiciones culturales, manipulaciones insidiosas y demás
influencias fantasmales.
Por identidad me estoy refiriendo a la propia dinámica que
nos hace decir “existo de un modo particular y percibo como el Caos es matizado
al pasar a través de mí”. Se trata de una “signatura acausal” determinada.
Uno debe ser capaz de liberarse de las condiciones para, de
ese modo, poder ser él quien condicione. Un pintor no podría hacer su Arte si
estuviera atrapado en el lienzo…
Observa los imputs que dejan su huella en tu sentir, tu
percibir, tu comprender, en la atmósfera anímica de tu vida, y sabe que debes
desarrollar un Centro Magnético más allá de las condiciones para poder dialogar con las corrientes y, eventualmente,
manejarlas o surfear…
#3
“Si uno no es capaz de sobreponerse a las influencias
externas, quiere decir que nada hay en él capaz de sobreponerse a la muerte.
Pero si consigue independizarse de las influencias externas, si llega a crear
en él algo capaz de vivir por sí mismo, entonces es posible que este algo no
muera. En las circunstancias actuales, nosotros estamos muriendo minuto a
minuto. Cada vez que las influencias externas cambian, nosotros cambiamos con
ellas; o sea que a cada rato mueren muchos de nuestros "yo". Si el
hombre consigue desarrollar en sí mismo un YO capaz de sobreponerse a los
cambios de las condiciones externas, este YO sobrevivirá a la muerte del cuerpo
físico.”
Gurdjieff