El Barón Julius E. en su “Misterio del Grial” nos dice:
"Así, cualquiera podrá distinguir fácilmente el distinto alcance de cada elemento que se encuentra en nuestra leyenda, junto con muchas interpolaciones y deformaciones. Habiendo demostrado que el elemento «titánico» es la materia prima de la que se podía extraer el «héroe», es comprensible que Wolfram diera a Parsifal algunos rasgos «luciferinos», haciéndole llevar a término felizmente su aventura, hasta el punto de que finalmente adoptó la forma luminosa de rey del Grial y de restaurador. De hecho, Parsifal acusa a Dios de haberle traicionado, de no haber tenido fe en él, por no haberle asistido hasta la conquista del Grial. Se rebela, y en su cólera dice: «yo servía a un ser al que se da el nombre de Dios, antes de que me hubiese permitido exponerme a ultrajante escarnio y que me cubriese de vergüenza... He sido su servidor sumiso, porque creía que me concedería su favor; pero, de ahora en adelante, me negaré a servirle... Si me persigue con su odio, me resignaré. Amigo [le dice a Galván], cuando te llegue el momento de combatir, que lo que te proteja sea el pensamiento de una Mujer [se sobrentiende ,que es la diosa Condwiramur – Reina d’Orgelouse ( Peredur sic. )]». Animado por ese desdén y ese orgullo, Parsifal, tras no haber triunfado en su primera visita al castillo del Grial, lleva a cabo sus aventuras. Y él, así separado de Dios, evitando iglesias, entregándose a empresas de Caballería - wilden Aventüre, wilden, ferren Ritterschaft -, acaba venciendo igualmente, y al propio tiempo consigue la gloria de rey del Grial. Trevrizent tiene que decirle: «Rara vez se vio milagro más grande: al mostrar vuestra ira, habéis obtenido de Dios lo que deseabais»."