El yo cotidiano es una criatura perdida en medio de la selva: totalmente atrapada por el reino de los sentidos inferiores, cambia de un deseo a otro, de un conflicto a otro, de una idea centrada en sí misma a la siguiente. Si lo amenazas, realmente teme por su vida. Deja partir a esa criatura. Deja partir los deseos. Deja partir los conflictos. Deja partir los pensamientos. Deja partir la ficción de la vida y de la muerte. Permanece simplemente en el centro del OJO MÁGICO, observando. El acto de observar no es usualmente bien comprendido: se supone que se trata de un comportamiento pasivo pero nada más lejos de la realidad. La verdadera observación tiene que ver con potente acción destinada a afectar al campo cuántico. Se asemeja al acto de pintar sobre un lienzo, reorganizar las corrientes holo. Hay que descubrir ese nuevo modo de usar la atención-intención y también hay que descubrir quién es capaz de usar ese poder, el poder del ENFOQUE: por supuesto, el yo cotidiano no es capaz. El observador influye en el sistema observado.