El oráculo decía que sólo quien fuera capaz de deshacer el Nudo Gordiano conquistaría Oriente. Alejandro Magno se dirigía a batallar contra el Imperio persa, en el 333 a. C., tras cruzar el Helesponto, conquistó Frigia, donde se enfrentó al reto de desatar el nudo. No entró en la trampa de intentar desatarlo sino que solucionó el problema cortándolo con su espada... y después, efectivamente, Alejandro conquistó Oriente.
He aquí un proverbial ejemplo de pensamiento lateral. Una solución imprevista, original y creativa a un problema que tan solo era tal porque estaba “atrapado” de antemano dentro de una visión concreta. Escapando del prejuicio, uno puede enfrentarse a los retos desde un punto de vista fresco, observando una pantalla de posibilidades donde todo está permitido y todo es posible mientras sepas el “cómo”. No hay nada imposible, tan sólo hay palancas que están muy bien escondidas.
Existe una férrea prisión de creencias que, desde un trasfondo exento del control de nuestra conciencia instalan en nuestro proceder programas de comportamiento automático. Nos disponen a no pensar de modo genuino.
Nuestra visión está gobernada por ciertos arquetipos, egrégores y memes, que, sin que lo notemos, conducen, y con ello limitan nuestra acción a la hora de pensar de forma consciente ( recordemos que la conciencia es pretérita al mismo pensamiento ) desde distintos enfoques, mas allá de los habituales, de los ordinarios.
Si se aprende a Ver de un modo genuino, uno puede captar las impresiones que actúan más allá del umbral de la percepción mundana a un nivel subliminal o detectar las micro reacciones del flujo de acontecimientos. En algunos casos especiales, se puede llegar a suspender la rigidez del mundo, y percibir ciertos estratos del indefinible continuum.