miércoles, 26 de octubre de 2022

26102022

 

Cuando contemplamos una Obra de Arte, algo de lo observado se reproduce en nuestro interior. La plasticidad imaginativa de nuestra mente reproduce el objeto artístico, con las correspondientes características anímicas que este suscita al interactuar con nuestro bagaje psíquico. La belleza y encanto de esta experiencia surgen, como realidad emergente, de la interacción entre el sujeto y el objeto.

Ahora bien, también existen casos especiales en los que ciertas obras de arte pueden, a su vez, extraer y captar en su interior algo de la atención anímica de los espectadores...


A priori solamente hay una nebulosa probabilística y un código simiente; una firma cristalográfica que tan solo podrá cobrar vida como Self mediante procesos de precipitado en la vida vivida. Por esto puede hacerse una comparación con una estructura cristalina, presente en una disolución como semilla, que se desarrollará, exclusivamente, a condición de que se lleve a cabo un proceso volitivo, premeditado y metódico de cristalización.

Esto implica que no basta con conocer esta posibilidad como abstracción o como imaginación, sino que se desarrollará en la medida en que sea vivida en las experiencias del día a día, pues la conducta ( ἦθος - carácter, conducta, costumbre / temperamento, carácter, modo de ser de un individuo) y el Self se necesitan mutuamente.


Tenemos un impulso espiritual que fecunda la psique. Luego, en la psique surge una "imagen", una estructura vectorial de líneas de fuerza. Finalmente, mediante la voluntad, la imagen es realizada. Gracias a las inspiraciones trascendentes de los reinos superiores y a las enseñanzas de quienes nos precedieron en el camino, podemos conectar con esos impulsos espirituales de modo que se forme en nuestra psique una imagen verídica y trascendente, en tanto que guía que nos permite avanzar. Esta imago contiene en sí misma la fuerza para llegar hasta un cierto punto. Con frecuencia, no obstante, debido a la inherente dificultad de actualizar lo sublime, y a las posibles propias carencias de nuestra voluntad, tan solo una fracción de la imago, del impulso espiritual, puede ser manifestada.

¿Qué sucede con aquella parte que se queda "estancada" en la psique? Lamentablemente, aquello que no logra precipitarse en esta realidad se convierte en formas idealizadas, distorsionadas e ilusorias que pueblan el mundo de los espectros...