Como dice Carlos Castaneda, citando a su maestro y guía Don Juan, el Silencio Interno es la puerta al Infinito. Cuando uno puentea la mente concreta, esa voz parloteante y obsesiva que se dedica a conjeturar, suponer, juzgar, y temer, uno alcanza un estado de fluidez y vibración que le permite conectar directamente con el mundo energético.
Si nos alzamos por encima de la mente discursiva llegamos al mar de la conciencia donde fluye el devenir preconceptual; y es desde aquí que uno pueda hablar de tu a tu con los elementos vivos que constituyen el “llegar a ser”. Para ello debemos volvernos abstractos, debemos enfocar nuestra voluntad desde un lugar más allá de la máscara personal. El herrero trabaja con el metal antes de que este se endurezca, trabaja sobre la materia candente, casi ígnea….Aquí el fuego nos da una clave secreta.
Si nos alzamos por encima de la mente discursiva llegamos al mar de la conciencia donde fluye el devenir preconceptual; y es desde aquí que uno pueda hablar de tu a tu con los elementos vivos que constituyen el “llegar a ser”. Para ello debemos volvernos abstractos, debemos enfocar nuestra voluntad desde un lugar más allá de la máscara personal. El herrero trabaja con el metal antes de que este se endurezca, trabaja sobre la materia candente, casi ígnea….Aquí el fuego nos da una clave secreta.