viernes, 9 de enero de 2015

Anotaciones 9012015

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¿Cuanto tiempo más tardará nuestra querida Europa en pasar a la acción, o en “neo-reaccionar” ?
Hay tanto por limpiar!...debemos comenzar eliminando a la escoria islámica que ensucia nuestras tierras...


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La balanza de precisión que el alquimista Thomas Norton ( 1433 - 1513 ) tiene sobre la mesa transmite un mensaje evidente al observador y, para acabar de aclarar el asunto, leemos en la divisa desplegada sobre su cabeza: “Compone Lapidem absque repugnantia” - Compón la Piedra sin repugnancia / oposición / resistencia. Junto a la balanza podemos ver la imagen de un Sol y una Luna, y, formando un tercer vértice, un pequeño Crisol...
Hay dos cintas más con sus respectivas leyendas. Una está sobre el operario de la izquierda y dice: “Separabis terram ab igne, subtile ab spisso” - Separa la tierra de lo ígneo, lo sutil de lo espeso; la otra, sobre el operario de la derecha dice: “Mane prope vas et nota colores” - Permanece junto al vaso y atiende a los colores.
Hay muchos más elementos dignos de mención en la ilustración, pero los dejo a merced de la perspicacia de cada uno...
Descripción del laboratorio de Thomas Norton - Ordinall of Alchemy - por Elias Ashmole ( 1617 – 1692 ) en su Theatrum Chemicum Britannicum (1652)

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Cuando uno se sirve de cierto tipo de “trucos oscuros” para abrir caminos improbables entre la maraña del mundo cotidiano, una especie de glamour deja su impregnación en la psique de quienes son “víctimas” de tales maniobras – y también en la propia! -. Esto tiene sus evidentes ventajas, pero también puede traer consecuencias extrañas. Esa impregnación que habita en un número determinado de personas puede adquirir la suficiente coherencia como para devenir una criatura separada con una relativa autonomía...Algo con una imagen parecida a la propia, que se mueve en un espacio más fluido... pero que no soy yo, pues tan solo representa un aspecto parcial de mi personalidad.
Entonces se producen esas situaciones curiosas en las que uno, necesariamente, debe hacerse responsable de esa suerte de Doppelgänger, de esa versión que se presenta ante ti con sus incómodas preguntas y con todo el dolor que puede haber causado reflejado en su mirada inhumana.
Las consecuencias de las acciones adquieren derivas difíciles de predecir, pero de algún modo, allá donde estén, siguen vinculadas con la fuente que las originó.

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Llevábamos buena parte de la mañana corriendo; éramos tres chicos y una chica, y habíamos salido de la pista forestal para adentrarnos en un desdibujado sendero que casi parecía discurrir campo a través ( con apenas unas piedras amontonadas una encima de la otra como esporádica señal ). Corríamos en silencio, como nos gusta, tratando de hacer el menor ruido al pisar el suelo, con solo el acompañamiento del viento, el inevitable crujir de algunas hojas secas, el extraño canto de algunos pájaros, el lejano bramido de un toro...y nuestra respiración rítmica y resoplante.
Aquí no hay la tensión de cuando practicamos esgrima, no hay el cálculo, ni el asalto sincopado, no, aquí se trata de un flujo más primario y simple...correr, avanzar, subir la pendiente, aguantar y disfrutar del “galope”, del aire fresco y los aromas que se alzan del frío bosque y llenan nuestros pulmones; y alejarse del cacofónico mundo de los humanos.
Acabábamos de cruzar un caudaloso pero estrecho riachuelo saltando con cuidado de roca en roca cuando divisamos una pequeña figura rojiza y orejuda plantada en medio del sendero. Aminoramos el ritmo hasta que identificamos al pequeño zorro que estaba allí quieto, alerta, observándonos con una curiosa expectación. Nos detuvimos para no espantar al animalillo ... Llevaba algo en la boca, como una piedra grande, blancuzca, casi transparente...El zorro dejó la roca en el suelo y salió corriendo a esconderse entre unos arbustos.
Cuando tuve la roca en mi mano, reconocí enseguida que se trataba de un trozo de una “piedra de sal” como las que dan los pastores de por aquí a las vacas. ¿Qué haría el zorro con un trozo de esos bloques?
Dado el contexto, la situación no podía ser más simbólica. Decidimos que aquel trofeo pertenecía al animal, así que lo dejamos allí para que el zorro los viniera a recoger, no sin antes astillar con el cuchillo cuatro pequeños guijarros que nos metimos en el bolsillo...

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¿Acaso no es el propio Pneuma del alquimista, su espíritu vivificante, lo que pone en marcha la metamorfosis del cuerpo, el alma y el espíritu?



D.A. Freher, Paradoxa Emblemata (s. XVIII)
 "Devuelve al Uno lo que tienes de Él, si quieres poseerlo. Sólo así llegarás a ser un perpetuum mobile"

Parece un paradoja el hecho de que para conservar tu Pneuma, debas devolver el hálito al Cosmos del que procede... Los códigos del Perpetuum Mobile.

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Barchusen, Elementa Chemicae, Leiden 1718
Más claro....Azoth


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Oedipus Aegyptiacus (1652 – 1654)


Vemos como cada vuelta de la espiral descrita por el escarabajo hermafrodita viene regida por un determinado metal planetario. A la izquierda, en un sentido ascendente, se hallan los planetas solares masculinos y a la derecha, si se quiere en un sentido descendente, los planetas lunares femeninos. La doble hélice indica el movimiento de retroalimentación entre la ._._..-_.-._-_-.-.-..-_-_..-_.--._.-.-._..-.._._._ y el -.._-._.._.-.-_..-.---._.--.._.-.-._- que debe producirse en el transcurso del Opus.