Una actitud de discernimiento “orientado” no implica vaciar la mente y dejarla pasivamente receptiva; podríamos decir que se trata de sustraerse de la influencia de las impresiones de los mundos de orden inferior, sin suspender la facultad de pensar: se desarrolla entonces un tipo más elevado de expresión mental.
La inquietud ininterrumpida que agita al hombre, tanto en su interior como en su exterior, y crea tantos torbellinos en su campo astral, es debida a las impresiones densas y al hecho de identificarse continuamente con todo lo que pasa a su alrededor que pertenece a ese mismo nivel de densidad. Las circunstancias cotidianas perturban sin cesar su pretendida cohesión interior. Perpetuas reacciones de preferencia o disgusto, de simpatía o antipatía, se suceden o combinan de todas las formas posibles, y provocan a su alrededor un gran ruido y agitación. Todo esto crea tensiones y bloqueos.
El reconocimiento de este problema puede llevar a su curación. Como base de trabajo se puede, por ejemplo, intentar tomar conciencia del hecho de la identificación con lo cotidiano-inferior. Tomar perspectiva, percibir sin juzgar, mantenerse en el medio, allí donde reina la integridad, porque es la única cosa perdurable, aporta una serenidad y, por consiguiente, una mejor circulación de la corriente vital.
Podemos imaginar el proceso de vindicación del ascendente primigenio como establecer un puente entre esta pequeña emanación que cada uno lleva en sí mismo y el Yo Origen de esa emanación.
El hombre que descubre la entrada del camino que conduce a la Vida, se transforma interiormente; la orientación de su pensamiento cambia. El pensamiento es atraído entonces hacia reinos de orden superior…
La inquietud ininterrumpida que agita al hombre, tanto en su interior como en su exterior, y crea tantos torbellinos en su campo astral, es debida a las impresiones densas y al hecho de identificarse continuamente con todo lo que pasa a su alrededor que pertenece a ese mismo nivel de densidad. Las circunstancias cotidianas perturban sin cesar su pretendida cohesión interior. Perpetuas reacciones de preferencia o disgusto, de simpatía o antipatía, se suceden o combinan de todas las formas posibles, y provocan a su alrededor un gran ruido y agitación. Todo esto crea tensiones y bloqueos.
El reconocimiento de este problema puede llevar a su curación. Como base de trabajo se puede, por ejemplo, intentar tomar conciencia del hecho de la identificación con lo cotidiano-inferior. Tomar perspectiva, percibir sin juzgar, mantenerse en el medio, allí donde reina la integridad, porque es la única cosa perdurable, aporta una serenidad y, por consiguiente, una mejor circulación de la corriente vital.
Podemos imaginar el proceso de vindicación del ascendente primigenio como establecer un puente entre esta pequeña emanación que cada uno lleva en sí mismo y el Yo Origen de esa emanación.
El hombre que descubre la entrada del camino que conduce a la Vida, se transforma interiormente; la orientación de su pensamiento cambia. El pensamiento es atraído entonces hacia reinos de orden superior…