"Dentro de la oscura caverna el cuádruple buscaba a tientas expansión y mayor luz. No descendía luz desde arriba, y la penumbra lo invadía todo. Era total la oscuridad que lo circundaba. Hasta el centro más recóndito del corazón, trémulo, carente de cálida Luz, se introdujo furtivamente el frío de la absoluta oscuridad.
Sobre la oscura caverna brilló la luz del día, sin embargo, no la vio el cuádruple, ni tampoco prevaleció la luz.
La destrucción de la caverna precede a la luz del día. Grande debe ser la destrucción. Ni ayuda ni luz oculta se encuentran dentro de la caverna. Alrededor del cuádruple yace la bóveda de piedra; debajo de él amenaza la raíz de las tinieblas, totalmente densas; sobre él y a su lado sólo se ve lo mismo.
Los triples Custodios saben y observan. El cuádruple está ya preparado; la densidad completa su tarea; el vehículo también está preparado.
Sonó la trompeta de la destrucción. Enceguecedor era el poder de la llama que se aproximaba. El sismo místico sacudió la caverna; las Llamas ígneas desintegran a maya, y he aquí, que el trabajo está realizado.
Se desvanecen las tinieblas y las penumbras; hendido quedó el techo de la caverna. Penetra la luz de la vida; el calor inspira. Los Señores que observan, ven cómo se inicia el trabajo. El cuádruple se convierte en siete. El canto de las llamas se eleva a toda la creación. Ha llegado el momento de la realización.
Prosigue nuevamente el trabajo. La creación sigue su camino mientras se acrecienta la luz dentro de la caverna."