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La inteligibilidad del mundo nace de la actividad del Nous - νοῦς - y la realidad se vuelve expresable cuando esta
adopta medida y proporción. Es mediante un refinamiento cognitivo,
que trasciende la percepción sensorial, que se produce una promoción
daimónica - δαίμων -, elevando la mente a una condición en la que puede
sincronizarse con el ritmo del Nous y percibir las regularidades que
subyacen en la totalidad de la existencia. La facultad mental, en su
labor de "hilvanadora" cognoscitiva, articula los fenómenos
en una trama argumental coherente, permitiendo así la aprehensión
del sentido intrínseco de los sucesos.
Longitudes de onda y relaciones de intervalos musicales son
manifestaciones de una misma ley cuya naturaleza subyace en
principios inmutables que trascienden lo fenoménico.
Las proporciones, en su expresión más elevada, encarnan los
principios rectores inscritos en un marco metafísico que articula
tres niveles fundamentales: en primer lugar, (i) el Uno, principio
inefable y fuente primordial de todo orden y armonía; en segundo
término, (ii) el Nous, el intelecto universal que engendra las
formas y el campo de las proporciones; y, en tercer lugar, (iii) el
Alma del Mundo, que, asumiendo su papel de mediadora, proyecta en el
cosmos sensible los arquetipos inteligibles, conformando así el
entramado ontológico de la existencia.
# La facultad de otorgar sentido a lo aparentemente caótico no es un
mero ejercicio intelectual ni una habilidad técnica; es una
manifestación del principio espiritual que ordena el cosmos. Quien
logra discernir un patrón, una ley oculta o un significado profundo
en la sucesión azarosa de eventos, se está elevando por encima del
nivel meramente material y contingente. Esta capacidad es un acto de
voluntad y de conciencia superior, una afirmación del orden eterno
frente al desorden temporal.
Por ello, cultivar esta capacidad es esencial para lograr una una
afirmación del espíritu frente al caos. Es el camino hacia una
comprensión superior que trasciende lo meramente fenoménico y se
abre a la dimensión metafísica del existir.
# Es menester que trascendamos y nos independicemos de los vaivenes
compulsivos y las ilusiones equívocas del mundo fenoménico; para
lograrlo debe producirse en nosotros una estructuración y una
cristalización de nuestras cualidades interiores de modo que se
genere un núcleo esencial.
Solo cuando se ha logrado una independencia relativa respecto a las
influencias externas y cuando el núcleo esencial ha sido fortalecido
y purificado, solo entonces aquello que en el ser humano se ha
cristalizado podrá resistir la disolución de la materia.